[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Por: psicóloga Patricia Álvarez.
Despacho Álvarez & Colás
“Desde el momento que te conocí supe que no necesitaba nada más para ser feliz. Con el tiempo me he dado cuenta de que sin ti no soy nada y de que mi vida no tendría sentido si no estuvieras conmigo. Ahora, sé que lo eres todo para mí…».
Quizá hayas sentido algo parecido alguna vez o quizá pienses que es exagerado, sin embargo, respóndete a estas preguntas: ¿Sientes que toda tu vida gira en torno a tu pareja? ¿Has perdido amistades o aficiones por estar con tu pareja? ¿Dejas habitualmente de hacer planes con amigos por quedarte con tu pareja? ¿Crees que no podrías seguir adelante con tu vida si tu pareja te faltara? Si has respondido afirmativamente a estas preguntas, es posible que sufras de dependencia emocional o que estés enganchada a una relación de dependencia.
Dependiente emocional: Desde el momento que te conocí supe que no necesitaba nada más para ser feliz«.
Las personas con dependencia emocional poseen una necesidad afectiva extrema hacia otra persona, generalmente hacia su pareja, convirtiéndola así en su única y permanente fuente de gratificación y autorrealización, con la creencia de que sin esa relación sentimental tan estrecha les sería imposible desarrollarse como persona, alcanzar sus metas y ser feliz.
Este patrón de comportamiento se va repitiendo en sus diferentes relaciones y se caracteriza por:
- Necesitar imperiosamente estar cerca de su pareja y sentir todo el tiempo que les quiere.
- Solicitar continuas pruebas de amor de su pareja y sentir ansiedad si no reciben las manifestaciones de amor que necesitan.
- No ser capaces de controlar el impulso de estar cerca de su pareja.
- Emplear excesivo tiempo mental y físico en buscar estar con su pareja u obtener su amor.
- Sentir preocupación y desarrollar comportamientos vigilantes o controladores por miedo a perderla.
- Reducir o eliminar sus actividades sociales, laborales o de ocio para estar con su pareja.
- Sentir una tremenda angustia ante el pensamiento de una hipotética separación.
¿Por qué me pasa esto?
Las causas suelen ser carencias afectivas en la infancia, aunque también sobreprotección e infantilización, lo que provoca que las personas con dependencia emocional desarrollen un autoconcepto pobre y ambivalente de sí mismas, además de baja autoestima e intensa emotividad. Sin embargo, no buscan en sus parejas protección ya que a menudo, suelen estar acostumbradas a valerse solas por sí mismas desde pequeñas, sino que buscan principalmente amor y afecto, lo que les lleva a aferrarse a su pareja para dar sentido a su vida, desarrollando un miedo intenso a perderla.
«Suelen acumular un largo historial de fracasos sentimentales debido a que sus parejas llegan a agobiarse e incluso a sentir rechazo».
El temor a una ruptura implica que estas personas idealicen y conviertan a su pareja en su centro de atención, subordinándose a ella como forma de contentarla y preservar así la relación. Por ello, a lo largo de su vida tienden a establecer relaciones de pareja basadas en el desequilibrio, que puede convertirse en un total sometimiento, con un menoscabo progresivo de su ya maltrecha autoestima. Aún así, suelen acumular un largo historial de fracasos sentimentales debido a que si bien al principio su pareja se siente complacida, después puede llegar a agobiarle su necesidad exacerbada de ella e incluso sentir rechazo y desprecio hacia la otra persona por su falta de autonomía y su total disposición, que roza incluso la sumisión, lo que termina provocando la ruptura de la relación de pareja.
Problema: el enamoramiento permanente
Al principio de la relación, durante el tiempo que dura el enamoramiento, idealizamos a nuestra pareja, pensamos en ella todo el día y queremos estar continuamente a su lado. Este deseo de fusión, de querer ser uno sólo, es lo que lleva a una normal dependencia emocional mutua en ambos miembros de la pareja. Conforme va pasando el tiempo, el enamoramiento desaparece dejando paso al amor: un sentimiento mucho más equilibrado y estable donde se mezclan en distinta medida según cada pareja diversos elementos: amistad, comunicación, ternura, compasión, deseo y sexo. Llegado este periodo, cada miembro de la pareja comienza a buscar su propio espacio al margen del otro, renunciando a este deseo de fusión para alimentar la independencia de cada uno manteniendo el nexo de la pareja.
Cuando la pareja se queda atascada en la etapa del enamoramiento se puede crear una relación de dependencia que nos deje atrapados».
Cuando la pareja se queda atascada en la etapa del enamoramiento y las experiencias de bienestar en la pareja son tan frecuentes que anulan las experiencias gratificantes en otros ámbitos: personal, familiar, social o de ocio, hasta el punto de que ya no existe el mundo exterior, la relación de pareja se convierte en un “nosotros fusional” acercándonos a una relación de dependencia que puede dejarnos atrapados, ya que si no consigo separarme de mi objeto de amor, siempre necesitaré tenerlo junto a mí y quedaré encadenada a mi pareja y a la relación.
En este tipo de parejas, las vidas de ambos miembros suelen transcurrir tremendamente iguales, hasta que surge el conflicto cuando uno de los dos realiza tímidos intentos de autonomía, por ejemplo, con actividades personales o de ocio al margen de la pareja. El otro reacciona entonces alarmándose enormemente porque ve en riesgo la estabilidad de la relación y comienza a desarrollar en mayor o menor grado el patrón característico de la dependencia emocional: controlando a su pareja, pidiéndole continua confirmación de sus sentimientos y angustiándose cada vez que su pareja no está a su lado o no recibe las muestras de amor que necesita.
El trabajo terapéutico del psicólogo se centrará en la conquista de la autonomía por ambos miembros de la pareja desde un plano de igualdad, manteniendo su nexo de unión, y consistirá en aprender a manejar la necesidad que tienen el uno del otro, especialmente de aquel que permanece atrapado en su deseo de fusión con la otra persona, trabajando su autoconcepto, aprendiendo estrategias para manejar sus propias inseguridades y tolerar la ausencia de la otra persona, y superando la creencia irracional de que la pareja es la única y permanente fuente de bienestar o autorrealización.
La historia de Marta
Marta pasó su infancia y adolescencia buscando en sus padres el soporte emocional y afectivo que necesitaba, en un continuo esfuerzo por ser reconocida por ellos. Con el tiempo, se convirtió en una experta en detectar las necesidades de los demás, buscando halagar, complacer y ayudar a todo el que se cruzaba en su camino en busca del reconocimiento que no había sentido de niña.
El día en el que Raúl se interesó por ella, apenas podía creerlo: “¿por qué te interesas por mí? no soy guapa, no puedo darte nada”. Decidió no implicarse demasiado emocionalmente, así no sufriría tanto si él la dejaba, y ponerlo a prueba para asegurarse de que realmente él la quería, buscando día a día una confirmación: llamadas infinitas, días de estar uno para el otro y continuos “¿me quieres?”. Raúl le exponía sesudos argumentos de lo que le gustaba de ella que nunca parecían satisfacerla, ya que Marta, incrédula, le aseguraba: “terminarás cansándote de mí y me dejarás, porque tú te mereces algo mejor”. Raúl se sentía reconocido pero también quería ayudarle a entender todo lo bueno de ella que a él le había enamorado.
Meses después, una vez que Marta consideró que Raúl había pasado la prueba, osciló al otro extremo implicándose tanto en la relación hasta llegar a fusionarse con él, no dejándole espacio: “no tengo cualidades, solo soy con él, así que ya no puedo vivir sin él.”, necesitando continuas manifestaciones de amor que ahora mitigaran su miedo a perderle.
Hoy Marta, a sus 40 años, triunfa laboralmente pero colecciona múltiples fracasos amorosos. Apenas inicia una relación afectiva, agota a su pareja pidiéndole continuas pruebas de amor, lo que provoca irremediablemente la ruptura tarde o temprano. Si la relación se rompe en sus inicios, lo tolera mejor al no haber todavía implicación autoengañándose con falsas excusas sobre la ruptura, pero si se rompe una vez avanzada, sufre de enormes estallidos de rabia, angustia y desesperación.
Patricia Álvarez
Psicóloga Despacho Álvarez & Colás [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Patricia Álvarez
Psicóloga Despacho Álvarez & Colás
Patricia Álvarez García, es psicóloga, mediadora y cotitular del despacho de ÁLVAREZ & COLÁS (Hermanos Moroy -Pasaje de los leones-, 8. 3º E), un despacho especializado en materia de pareja y familia, que presta asistencia psicológica y/o legal en problemas de pareja, conflictos personales o familiares, y procesos de ruptura, separación y divorcio, siendo un referente en La Rioja en el ejercicio conjunto de la Psicología y la Abogacía para aquellos casos que requieran de un abordaje interdisciplinar.
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