«Lo siento. Te dejo» o cómo superar una ruptura

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[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Por: psicóloga Patricia Álvarez.
Despacho Álvarez & Colás 

“No sé qué pasó ni cómo, pero la angustia se transformó en dolor. Y con mucho esfuerzo más, logré que el dolor se convirtiera en tristeza. Y después de muchos meses, pude despertarme un día sin sentir que me faltabas. Y estaba todo bien.”

Como el protagonista de la película “No sos vos, soy yo” (2004) quizá seas una de las muchas personas que un día han tenido que hacer frente a la petición de su pareja de “¡quiero separarme!”.

Es posible que de entrada te hayas sorprendido o no lo hayas tomado en serio, pensando que ya se le pasaría, como tantas otras veces que habéis discutido. Después, tus reacciones pueden haber oscilado entre pedir perdón, suplicar una nueva oportunidad, sentirte estafada o amenazar con revanchas y desquites. Incluso puedes echar la culpa a su familia, a la crisis de los 40 o a los cantos de sirena de esas amistades divorciadas que ya le habías advertido eran una mala influencia.

Ten sólo el contacto necesario con tu expareja y limita la información que te llega de ella por otras vías».

Sea como haya sido, lo que es indudable es que una ruptura de pareja es un momento inevitablemente traumático en la vida de toda persona, desencadenante de tensión y de dolor, y con importantes implicaciones de índole psicológica, familiar, económica, social,… que pueden originar reacciones de tipo depresivo y ansioso como: tristeza, desesperanza, impotencia, rabia y culpa. La resolución de este proceso, el volver a estar bien, requiere de la aceptación de lo sucedido y de la adaptación a la nueva realidad. Y todo esto requiere tiempo.

Un día, llegará el ansiado equilibrio entre el recuerdo del ayer y un mañana por construir».

En una ruptura no sólo se pierde a la pareja sino que también se producen otras pérdidas asociadas:

  • Personalmente se truncan nuestros sueños, expectativas y proyectos de vida con esa persona. Incluso nuestra casa, lo que ha sido un espacio de descanso, de protección,… queda llena de su recuerdo y vacía de sus cosas, o bien hemos de abandonarla.
  • Familiarmente, tenemos que hacer frente a algunos comportamientos desajustados de nuestros hijos y a veces nos vemos obligados a tolerar decisiones y conductas de nuestra expareja con las que no estamos de acuerdo, pero en las que ya no los toman en cuenta.
  • Puede cambiar la relación con nuestra familia de origen: no nos sentimos apoyados por ellos, están tan preocupados que nos tratan como si fuéramos niños o cuestionan nuestras decisiones.
  • Si existía una buena relación con la familia política, muy probablemente dicha relación se termina o cambia.
  • En el aspecto social, se reduce la cantidad de amigos o cambia la relación con ellos, ya que se deja de participar en muchas de las actividades de pareja que realizan, o toman partido por el otro miembro de la pareja.
  • Laboralmente, el caos emocional que se vive, los olvidos frecuentes y las dificultades para concentrarse y/o tomar decisiones pueden afectar al desempeño y a la motivación.
  • Por último, una ruptura generalmente implica cambios económicos importantes.

Y todas estas pérdidas nos afectan en todo nuestro ser de diferentes formas:

  • A nivel personal, una ruptura afecta nuestra autoestima, a nuestra identidad, y a nuestra forma de ver el mundo y nuestro futuro.
  • Experimentamos emociones y sentimientos muy intensos que pueden cambiar constantemente en un mismo día o durar días o semanas: tristeza por la relación que se ha terminado y las diferentes pérdidas que involucra; enfado hacia la expareja al culparla de la ruptura y el daño causado; culpa o remordimiento por posibles errores del pasado, por todo lo que creemos que no hicimos o que dijimos, por no habernos dado cuenta antes, por no haber hecho lo suficiente; sentimientos de amor/odio hacia la expareja, sentimientos de vacío interior, de faltarme algo,…
  • Físicamente se experimentan sensaciones de angustia y ansiedad: vacío en el estómago, opresión en el pecho, nudo en la garganta, debilidad muscular,….
  • Nos invaden pensamientos imposibles de controlar: dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes, se piensa continuamente en lo sucedido y nos recreamos una y otra vez sus palabras o lo que hizo, intentando encontrarle un sentido a todo esto.
  • En cuanto a comportamiento, aparecen alteraciones en el sueño (insomnio, despertar temprano, soñar con la expareja), trastornos alimentarios (se come demasiado o demasiado poco), conducta distraída, aislamiento social producido por la pena, hiperactividad desasosegada, y llanto, ya que las lágrimas alivian el estrés emocional.

El tiempo de recuperación depende de muchos factores: los motivos de la ruptura, si tenemos un contacto frecuente por los niños, las características de cada persona, el estilo de vida, las creencias personales, la habilidad para manejar nuestras emociones, y la capacidad para aceptar nuestros errores y aprender de ellos.

Por ello, cada persona tiene su propio ritmo y necesita un tiempo distinto de adaptación a la nueva situación que a veces no se respeta ni por uno mismo -exigiéndonos estar ya bien-, ni por los demás -familia y amigos-, que nos apremian para que nos recuperemos y pueden querer involucrarse demasiado, aconsejar o incluso presionar sobre lo que “debemos” hacer o  sentir.

Es un proceso largo, de meses, que requiere tener paciencia. El primer año suele ser el más duro y luego se experimenta un descenso progresivo del malestar emocional.

Tú puedes hacer mucho por ayudarte en este camino:

  • Lo primero a recomponer será alimentación y sueño, por lo que será importante mantener unos horarios regulares.
  • Recupera rutinas y pequeñas actividades.
  • Permítete estar mal, concediéndote pequeños momentos a solas para sentir tristeza y dolor, y llorar.
  • Cambia esos pensamientos que sólo te hacen daño por otros más razonables, realistas y adaptados.
  • Sé positivo y realista, recordando las muchas cosas que has hecho en tu vida y que han sido motivo de satisfacción.
  • Ocupa tu tiempo, no tengas tiempos vacíos en los que las horas pasan frente al televisor.
  • Queda con amistades. Desahógate, pero ponte límite. Si no, aburrirás a tus amigos y al volver a casa tendrás la sensación de no haber desconectado.
  • Ten sólo el contacto necesario con tu expareja haciéndole saber que necesitas ese tiempo, y limita la información que te llega de ella por otras vías (amigos, revisar el facebook,…). El resultado emocional es nefasto y puede dar lugar a malas interpretaciones.
  • Agradece los consejos de la gente cercana y su buena intención pero pide tiempo y respeto: no tienes que estar bien ya, ni olvidar ya a tu pareja, ni comenzar ya otra relación “porque un clavo saca otro clavo”, ni por el contrario, quedarte en casa llorando si lo que te apetece es salir, divertirte y conocer otras personas.
  • A tu ritmo, comienza a aceptar la realidad. Ve aceptando poco a poco que tu historia con tu expareja se ha terminado. Ahora los caminos se dividen, pero sigue habiendo camino delante de ti.

Ten en cuenta que todo este proceso será cambiante. Habrá días buenos y días no tan buenos. Algunos días difíciles pueden anticiparse, como los aniversarios o cumpleaños. Otros aparecerán de repente con pequeñas cosas que hacen resurgir la ansiedad, la tristeza o el miedo: un día que te encontraste con tu “ex”, un amigo que te ha contado que…, una canción que escuchaste y que te trajo un bonito recuerdo,… Estos días no serán fáciles y asustan, pero no son retrocesos, sino parte de tu proceso.

Si la ruptura te supera, si no estás en un buen momento para afrontarla, si crees que necesitas ayuda, cuenta con la ayuda profesional de un Psicólogo. Te ayudará a recorrer el camino.

Como el protagonista de la película, a medida que vaya pasando el tiempo irás notando una disminución progresiva de la tristeza y un recuerdo menos doloroso, y finalmente te despertarás un día sintiendo que todo está bien y habiendo alcanzado finalmente un equilibrio entre el recuerdo del ayer y un mañana por construir.

Patricia Álvarez
Psicóloga Despacho Álvarez & Colás [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Patricia Álvarez
Psicóloga Despacho Álvarez & Colás 

Patricia Álvarez García, es psicóloga,  mediadora y cotitular del despacho de ÁLVAREZ & COLÁS (Hermanos Moroy -Pasaje de los leones-, 8. 3º E), un despacho especializado en materia de pareja y familia, que presta asistencia psicológica y/o legal en problemas de pareja, conflictos personales o familiares, y procesos de ruptura, separación y divorcio, siendo un referente en La Rioja en el ejercicio conjunto de la Psicología y la Abogacía para aquellos casos que requieran de un abordaje interdisciplinar.

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