Cariño, no soporto a tu familia

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Cuestionan cómo educamos a nuestros hijos, vienen a casa sin avisar, tiene que ir a verlos todos los días... ¿Te suena? La psicóloga Patricia Álvarez explica cómo sobrevivir a la familia política.

«No soporto a la familia de mi esposo»

Llegan a casa sin avisar, les dan chuches sin preguntar, te quitan la razón delante de los niños, tu marido la defiende a ultranza… ¿Te suena? La relación con la familia política es uno de los conflictos más frecuentes entre las parejas, tan solo hay que ver la cantidad de chistes sobre suegras, cuñados, etcétera, que existen en la memoria popular.

Esta relación no siempre es fácil, ya que se entremezclan sentimientos, lealtades y formas de entender la familia de todas las partes implicadas. Si bien muchas parejas tienen una relación satisfactoria, afectuosa y muy gratificante con su familia política, hay muchas otras en las que estas relaciones suponen un motivo de conflicto grave y permanente provocando una gran tensión entre ellos y con la familia de origen puesta en cuestión.

El conflicto suele comenzar por un cúmulo de actuaciones desacertadas, improcedentes, inoportunas o que simplemente no encajan en nuestras expectativas, de algún o algunos miembros de la familia política, lo que da lugar a todo un abanico de ejemplos diferentes, que habitualmente tienen que ver con que no se ha llegado a un acuerdo satisfactorio sobre los límites y relaciones entre la pareja con las familias de cada uno.

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Así, es muy frecuente escuchar quejas como:

  • Siento que su familia nunca me ha aceptado como la persona que mi pareja eligió como compañera de vida, me descreditan e incluso percibo que desalientan nuestra unión.
  • Creo que en la escala de valores de mi pareja, su familia es más importante que yo e incluso que nuestros hijos, hasta el punto de que se deja influir y modifica sin consultarme nuestros planes y decisiones en función de lo que le sucede o decide su familia.
  • Mi pareja está excesivamente unida a su madre: habla por teléfono con ella varias veces al día, va a verla inexcusablemente todos los días, los domingos hay obligación de ir a comer a su casa y le consulta hasta los aspectos más íntimos de nuestra relación.
  • Siento que su familia cuestiona todo nuestro estilo de vida: cómo distribuimos las tareas domésticas, lo que hacemos en el tiempo libre, en qué invertimos nuestro dinero y cómo estamos educando a nuestros hijos.
  • Su familia se entromete en nuestra vida viniendo todas las tardes a casa, presentándose sin avisar, trayéndonos la cena, comprando ropa a nuestros hijos, etc.
  • Su familia es totalmente opuesta a mí y a los míos: genera problemas en el vecindario, tienen ideas descabelladas, me parecen una mala influencia para nuestros hijos y a veces, incluso siento vergüenza de estar con ellos.

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En general, las discusiones de pareja por motivo de la familia política siguen una evolución común:

Cuando uno de los miembros de la pareja no se siente respaldado ni apoyado por el otro en el conflicto con la familia política, los problemas entre ellos comienzan cuando ese otro en vez de delimitar y dar un lugar a su pareja y otro a su propia familia, intenta complacer a ambas partes permitiendo y ratificando lo que hacen o dicen una en contra de la otra.

Con el tiempo, tanto su pareja como su familia le exigen que tome partido en el conflicto por una de los dos, y ante la imposibilidad de elegir, su solución es optar por mantenerse al margen de la situación, lo que agrava aún más el conflicto y el malestar de todos los implicados.

Es entonces cuando la pareja se queja por esta inacción y le presiona para que ponga límites a su familia, y el otro se queja de que se siente cuestionado, de que le están dando a elegir y de que no puede o no quiere hacer otra cosa que lo que ya está haciendo, que es quedarse al margen. Finalmente, las parejas llegan a acuerdos desacertados que suponen una solución a corto plazo y que muchas veces implican la ruptura de toda relación con la familia política lo que genera dolor y resentimiento en todos.

Una suegra viuda

Julia siempre ha sabido que Carlos estaba muy unido a su madre, sin embargo desde que su suegra quedó viuda hace unos años, la relación con ella se ha vuelto asfixiante. Al principio, a Julia no le importaba que Carlos llamara por teléfono a su madre todos los días, fuera a verla o pasara con ella los domingos, ya que entendía que su suegra necesitaba todo su apoyo y comprensión. Sin embargo, lo que en un principio parecía ser algo temporal, se instauró como rutina y se agravó con el nacimiento de su primer hijo. Primero, fue la discusión con Carlos porque “a su madre le haría ilusión ponerle el nombre del abuelo”. Después, su suegra comenzó a presentarse en casa todas las tardes a visitar al bebé, que, por cierto, “era igualito a Carlos”. Poco después cogió confianza y sin pedir permiso comenzó a cogerlo para darle el biberón “porque ella había criado a 4 hijos y sabía cómo hacerlo”, a decidir cuándo salir a pasear con el niño llevando ella el cochecito “por orgullo de abuela”…, hasta que fue ganando terreno y con la excusa de ayudar se quedaba también a hacer la cena para cuando Carlos volviera de trabajar, porque “ella sabía bien lo que a su hijo le gustaba comer”. Finalmente, no había día que no estuvieran con su suegra. Al principio, Julia se sentía incómoda con ella y le perturbaba darse cuenta de sus celos al sentir que le quitaba su lugar como madre y esposa, máxime cuando todas las veces que había intentado hablarlo con Carlos, éste había justificado la actitud de su madre con un “entiéndela, ya es mayor, lo está pasando mal por la muerte de mi padre y nunca ha tenido amistades”. Ahora, Julia ya no puede más, tiene claro que no quiere competir con su suegra, ya que son dos lugares diferentes, pero se siente sola e incomprendida por Carlos, que no se atreve a decirle nada a su madre por temor a ofenderla y porque sentiría que la traiciona.

Solución

Nuestra familia de origen y las relaciones y lealtades con cada uno de sus miembros forman parte de la identidad de cada uno de nosotros. Cuando iniciamos una relación de pareja, muchas veces descubrimos que nuestras expectativas acerca de cómo debería ser la familia del otro no coinciden con cómo es en realidad, y que el otro tiene una mirada particular sobre cómo deben ser las relaciones de pareja y familiares que no coincide con la nuestra.

La terapia de pareja en estas situaciones proporciona un espacio en el que cada uno puede expresar cómo entiende la relación de pareja y con las familias de origen, con el fin de ir conjugando ambas visiones y construyendo mutuamente un espacio propio de la pareja que delimite su intimidad, refuerce la relación y marque límites con el resto de relaciones: familias de cada uno, amistades… priorizando siempre la relación de pareja y la familia que individual y voluntariamente hemos escogido crear.

Patricia Álvarez García
Psicóloga, mediadora y cotitular de ÁLVAREZ & COLÁS.

 

Patricia Álvarez García, es psicóloga,  mediadora y cotitular del despacho de ÁLVAREZ & COLÁS (Hermanos Moroy -Pasaje de los leones-, 8. 3º E), un despacho especializado en materia de pareja y familia, que presta asistencia psicológica y/o legal en problemas de pareja, conflictos personales o familiares, y procesos de ruptura, separación y divorcio, siendo un referente en La Rioja en el ejercicio conjunto de la Psicología y la Abogacía para aquellos casos que requieran de un abordaje interdisciplinar.

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