(Imagen: Vacaciones en Paz 2019)
Tras dos años de paréntesis, este verano 41 niños y niñas saharauis de entre 7 y 12 años, pasarán el verano en La Rioja, gracias al programa Vacaciones en Paz. Un total de 35 convivirán con familias voluntarias y el resto, que son menores con diferentes capacidades, lo harán en instituciones. Su llegada se espera para la primera semana de julio.
«Estamos muy contentos por la respuesta de la sociedad riojana ya que somos de las pocas comunidades, por no decir la única, que ha conseguido regresar a niveles de acogimiento de 2019», ha puntualizado el presidente de la Asociación Riojana de Amigos del Sahara, José Tomás, calificándolo como «una sorpresa que no imaginábamos».
El concejal de Servicios Sociales y Desarrollo Comunitario, Iván Reinares, también ha mostrado su alegría por retomar este programa. Y ha recordado que, a pesar de no poder celebrarse durante los dos últimos años, desde el Ayuntamiento se han destinado los mismos recursos para ayudar en los propios campamentos: en 2020 con la compra de alimentos, y en 2021 de material sanitario.
En cuanto a la tipología de las familias que acogerán este verano, la mayoría viven en la capital riojana y el 90% de ellas lo harán por primera vez, un dato que también es inusual, ya que en años anteriores el 50% de las familias acogedoras eran repetidoras.
A pesar de estos buenos datos, la realidad es que, año tras año, la demanda de familias es superior a la oferta. Entre 2.000- 2.500 menores saharauis viajarán a España este verano de 2022, pero son más de 3.000 quienes necesitarían de esta acogida.
El programa Vacaciones en Paz cumple 43 años desde su puesta en marcha en 1979. En La Rioja, tras los dos últimos años sin poder celebrarse, suma ya 28 ediciones.
Durante el resto del año, estos menores viven en los campamentos refugiados saharauis situados en el sur de Argelia, cerca de Tinduf, en pleno desierto del Sáhara, en condiciones de extrema dureza. Cuando vienen a La Rioja se someten a revisiones médicas y se les facilita atención sanitaria especializada de la que no disponen en los campamentos. Además, su estancia con familias les ayuda a mejorar su castellano (su segunda lengua oficial).
