Tareas domésticas ¿cómo afrontarlas sin peleas?

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Las tareas domésticas son la principal causa de pelea entre las parejas españolas. La psicóloga y mediadora Patricia Álvarez nos enseña qué hacer para darle la vuelta a la estadística.

[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]“¿Por qué no has preparado algo de cena?”, “te tocaba bajar la basura”, “podías haber mirado si faltaba leche” o “si lo limpias, hazlo bien”… Este es el principio de miles de discusiones de pareja. Tanto, que un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) afirma que las tareas del hogar son la principal causa de pelea entre las parejas españolas.

En las últimas décadas el modelo social ha cambiado profundamente y con ello el reparto tradicional de roles entre hombre y mujer. Ahora, se considera que las tareas domésticas atañen a ambos y lejos aún de la llamada corresponsabilidad, surge el conflicto en las parejas: el cuidado de la casa y los hijos han sido tradicionalmente trabajos femeninos y a los varones, muchas veces, les cuesta asumir o les abruma tener que hacer frente también a esas tareas.

Según el CIS, las tareas del hogar son la principal causa de pelea entre las parejas españolas»

Raquel y Javier

Cuando comenzaron la convivencia, Javier no sabía “ni freírse un huevo”, ni tenía demasiado tiempo para aprender por sus incompatibles horarios laborales, por lo que Raquel, que entonces tenía una mayor disponibilidad por su trabajo, comenzó a ocuparse de las tareas del hogar y así, el tiempo que a Javier le quedaba libre podían disfrutarlo juntos.

Al tiempo que Raquel ascendía en su empresa y ampliaba jornada, Javier cambiaba a un trabajo mucho más flexible, por lo que comenzó a interesarse por aprender a hacer algunas cosas de la casa para repartir más las tareas y liberar a Raquel.

Ambos estuvieron de acuerdo con este reparto de tareas hasta ahora: tienen una niña de 4 años y Raquel hace tiempo que se siente sobrecargada. En varias ocasiones ha pedido a Javier que realice más tareas de casa y a él, aunque pone voluntad, se le olvidan las cosas, se equivoca o no lo hace como le ha dicho Raquel, por lo que ella siempre le dice enfadada “deja, ya lo hago yo”. Al final, ella se ocupa de realizar las tareas domésti­cas casi exclusivamente y él de jugar con la niña y salir a pasear.

Al desequilibrio en el reparto de tareas entre la pareja se le añade la queja de Raquel de tener pensar en cómo gestionar esas tareas: qué van a comer mañana, si hay que poner una lavadora, si queda leche o hay que ir al súper, si se le ha acabado el jarabe, o si hay que ir a comprar el material para esa manualidad que la niña tiene el jueves.

El día que no puede más, Raquel estalla y reprocha a Javier su escasa ayuda y su poco interés en aprender. Y Javier se excusa en que después de unos días se le olvida mirar lo que hay que hacer o en que él tiene otra forma de hacer las cosas que nunca es de su gusto, y le pide a ella que le mande lo que quiera que haga y que él no tendrá inconveniente en hacerlo.

La forma de hacer del otro, aunque guste menos, también es igualmente válida»

Desde el momento en que se empieza la vida en pareja, en general, la mujer suele tomar la responsabilidad principal en las cuestiones de la casa, mientras que el hombre puede tener tendencia a una actitud más pasiva, de dejarse llevar, limitada a dejar que se le pida que haga las cosas. Incluso cuando comienza a sobrecargarse, la mujer prefiere seguir haciendo esas cosas en vez de delegarlas al hombre simplemente por no perder el tiempo enseñándole, por hacer antes, porque no las hace a su manera o por no oírle protestar… y sólo pide ayuda al otro cuando ya no puede más, cuando se ve sometida a una doble jornada de trabajo laboral y doméstica.

Antes de que explote la bomba… 

Muchas veces, esta petición de ayuda al otro se hace cuando a ella se le ha agotado la paciencia, por lo que explota y comienza la discusión. Después, quizá las cosas vayan bien durante un tiempo hasta que ambos vuelven a su tendencia habitual ya que, o bien a él se le olvidan las cosas y la mujer en su eterna supervisión termina haciéndolas, o bien él se resigna ante las continuas quejas de su mujer de que “eso no se hace así” hasta que ella termina por asumir nuevamente esa tarea. Ambos se sienten incomprendidos: el hombre porque aunque está dispuesto a hacer cosas, ella le critica lo que hace o termina quitándole de lo que estaba haciendo, y la mujer porque se siente sin ayuda y sobrecargada. Como todo en la dinámica de la pareja sigue igual, un tiempo después ella volverá a iniciar otra discusión.

En cualquier caso, todas esas discusiones son síntoma de un problema en la jerarquía interna en la pareja, una falta de comunicación y una negociación ineficaz.

Si uno de los miembros de la pareja siente que el trabajo doméstico está mal repartido, hay que sentarse a hablar para alcanzar un reparto de esas tareas más equilibrado, según la disponibilidad de ambos y de los hijos si ya tienen edad para colaborar en la rutina doméstica.

Para ello se debe empezar por un trabajo conjunto que supone que el hombre aprenda que las cosas no se anticipan, ni se organizan, ni se hacen solas, y que la mujer aprenda a no ser imprescindible, a que no todas las cosas han de hacerse como una quisiera y a que la forma de hacer del otro, aunque guste menos, también es igualmente válida.

Buscar entre los dos una nueva organización doméstica que satisfaga a ambos pasa por:

  • Distribuir las tareas según nos agraden o desagraden más o menos.
  • Enseñar a hacer las cosas y tener paciencia. Quien no está acostumbrado a hacer algo, ni a hacerlo con cierta sistemática, es imposible que lo aprenda en una semana.
  • Respetar las diferentes formas de hacer de cada uno: tenemos puntos de vista diferentes y venimos de familias distintas.
  • No ser exigente, ni criticar en exceso. Si cada vez que uno hace algo, se le critica, dejará de hacerlo.

Debe tenerse en cuenta que realizar un reparto de tareas equilibrado no sólo consiste en repartir la ejecución de las tareas domésticas por mitad, sino que también supone que cada uno sepa gestionar al completo esas tareas que le corresponden. Por ejemplo, si uno se encarga de la cena, deberá ocuparse no sólo de hacerla, sino también de pensar qué van a cenar y de si es necesario comprar algo.

Además, este reparto de tareas deberá ser flexible. En la vida hay cambios constantes que requieren de adaptación y ambos deben saber encargarse de la parte del otro en caso de un imprevisto, como puede ser que uno llegue tarde del trabajo y el otro se tenga que ocupar de ir a comprar o de hacer la cena. De esta forma ambos saben que pueden contar con el otro.

La terapia de pareja en situaciones en las que falla la corresponsabilidad permite que ambos puedan hacer equipo y negociar cómo compartir las tareas domésticas y el cuidado de los hijos de igual a igual, en definitiva, cómo organizar su hogar.

Patricia Álvarez García
Psicóloga, mediadora y cotitular de ÁLVAREZ & COLÁS.

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Patricia Álvarez
Psicóloga Despacho Álvarez & Colás 

Patricia Álvarez García, es psicóloga,  mediadora y cotitular del despacho de ÁLVAREZ & COLÁS (Hermanos Moroy -Pasaje de los leones-, 8. 3º E), un despacho especializado en materia de pareja y familia, que presta asistencia psicológica y/o legal en problemas de pareja, conflictos personales o familiares, y procesos de ruptura, separación y divorcio, siendo un referente en La Rioja en el ejercicio conjunto de la Psicología y la Abogacía para aquellos casos que requieran de un abordaje interdisciplinar.

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