Supervivencia de pareja: «Cariño, ya no me gustas así»

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Las personas cambiamos a lo largo de nuestra vida. En muchas parejas, lo que antes era un motivo de atracción, con los años se convierte en una queja. La psicóloga Patricia Álvarez nos explica cómo las relaciones deben evolucionar y adaptarse a los cambios para perpetuarse.

[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Cuenta una leyenda narrada por Platón que la humanidad estuvo una vez formada por 3 sexos. Cada individuo era en realidad una pareja de seres unidos por la espalda. Había parejas de hombre y mujer, de dos hombres o de dos mujeres. Zeus, con el fin de hacerlas débiles e inculcarles el temor a los dioses, separó a las parejas para siempre. Desde entonces, los humanos deambulan por la tierra buscando su otra mitad.

Las personas siempre hemos tenido necesidad de emparejarnos y una cosa está clara: todos hemos sentido una atracción irresistible hacia otra persona en uno u otro momento de nuestra vida.

Dejando a un lado la tan extendida metáfora de “encontrar la media naranja” que no resulta muy útil porque implica dependencia hacia la otra persona, ese “sin ti, estoy incompleto”, es cierto que en la elección de pareja entra en juego un aspecto que tiene que ver con lo complementario: por un lado, nuestra necesidad de reafirmarnos a través de la otra persona y por otro, nuestra necesidad de llenar nuestras carencias. Así, una persona de carácter fuerte buscará como pareja a otra que tenga un carácter más débil con quien no pueda entrar en competencia; por lo mismo que una persona insegura buscará a otra que le dé seguridad.

¿Cuándo surge el conflicto en este equipo de dos? Cuando dejamos de ser equipo, cuando todo lo que antes hacía que fuéramos una unidad, ahora ya no nos es útil.

Marcos y Sandra

Marcos, de 40 años, y Sandra de 36, son una pareja que llevan 14 años de relación y tienen dos hijos. En su historia, Marcos se enamoró de Sandra por su sencillez y simpatía, se sentía muy querido y apoyado por ella y le gustaba esa ingenuidad sobre algunas cosas de la vida que él dominaba. Sandra admiraba esa independencia y seguridad que él rebosaba y cómo él convertía en fáciles todas las situaciones que a ella le parecían irresolubles. Le quería, le cuidaba y él se dejaba querer y cuidar. Marcos se había independizado con 18 años por problemas en su familia, que nunca le perdonó que se emancipara tan pronto, y Sandra había terminado sus estudios y encontrado un trabajillo, así que antes de cumplir el año de relación, ambos decidieron que ella se mudara a la casa de él. Nunca habían tenido discusiones fuertes hasta hace un par de años, que empezaron a “discutir por todo”.

En muchas parejas, lo que antes era un motivo de atracción, a los años se convierte en un motivo de queja.

En el inicio de la relación entre Marcos y Sandra, existía en ambos una necesidad de reafirmar su identidad y de suplir una carencia: Marcos necesitaba revalidar su independencia y seguridad, y buscaba sentirse reconocido y apreciado. No necesitaba a nadie que le cuestionara, con quien tuviera que llegar a acuerdos o que tomara decisiones por él, sino a alguien que le diera afecto, le valorara y apoyara en sus decisiones. Sandra le entendía, le admiraba. Para ella, él le proporcionaba esa decisión, seguridad e independencia que a ella le faltaba.

Ambos conformaban un gran equipo que encajaba a la perfección: Sandra necesitaba seguridad y se la proporcionaba Marcos, Marcos necesitaba reafirmarse y lo obtenía de Sandra. Marcos necesitaba afecto y lo encontraba en Sandra, Sandra necesitaba cuidar y lo dirigía a Marcos.

El vínculo que les une es lo que mantendrá el equilibrio ante los cambios personales y de pareja.

Resulta curioso observar cómo muy frecuentemente en muchas parejas, lo que antes era un motivo de atracción, a los años se convierte en un motivo de queja. Esto sucede, no tanto a que nuestra pareja haya cambiado, si no porque, con el paso del tiempo, miramos a nuestra pareja de forma muy distinta que al principio.

Evolución individual y evolución de pareja

Volviendo a nuestra pareja protagonista, con el paso de los años, Sandra creció y empezó a comportarse de manera más autónoma, quería tener voz y negociar, tomar parte en las decisiones familiares, desde las más insignificantes hasta las más importantes. Se sentía poco escuchada y no soportaba cómo Marcos se erigía siempre en posesión de la verdad, tan seguro de sí mismo, que no aceptaba objeción alguna. Por otra parte, Marcos empezaba a cansarse de ser siempre él quien tiraba del carro. Quería descansar, dejar las riendas pero, ¿a quién?. No le gustaba que Sandra cuestionara todo lo que él hacía, le agotaba tener que negociar y cuando era ella quien se llevaba el gato al agua, nunca era como ambos consensuadamente habían hecho las cosas toda la vida.

La necesidad de ambos de otro tipo de relación de pareja y la consiguiente ruptura de los roles del principio, unido a que su forma de relacionarse se había vuelto rígida, provocaba que ambos expresaran una insatisfacción que tampoco generaba cambios en su relación, viéndose afectados todos los pilares de la pareja.

Entonces, ¿qué hacemos cuando lo que antes hacía que fuéramos equipo, ahora ya no nos es útil?

La relación de pareja se construye día a día con el crecimiento de ambos miembros. La relación no puede ser estática, ni estancarse en “etapas cómodas” porque no nos permitiría evolucionar individualmente.

Marcos y Sandra deberán huir de su rigidez. Ambos han cambiado y han de renegociar desde un plano diferente una nueva forma de relacionarse con la que sentirse satisfechos. El vínculo que les une es lo que mantendrá el equilibrio ante los cambios. La inestabilidad serán los cambios personales, las vivencias, las ilusiones o los proyectos de cada uno, todo lo que les enriquece a ellos y secundariamente a la pareja, y permite que los tres: Marcos, Sandra y su Relación, crezcan y alcancen un nuevo bienestar.

Patricia Álvarez García
Psicóloga, mediadora y cotitular de ÁLVAREZ & COLÁS.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Patricia Álvarez
Despacho Álvarez & Colás 

Patricia Álvarez García, es psicóloga,  mediadora y cotitular del despacho de ÁLVAREZ & COLÁS (Hermanos Moroy -Pasaje de los leones-, 8. 3º E), un despacho especializado en materia de pareja y familia, que presta asistencia psicológica y/o legal en problemas de pareja, conflictos personales o familiares, y procesos de ruptura, separación y divorcio, siendo un referente en La Rioja en el ejercicio conjunto de la Psicología y la Abogacía para aquellos casos que requieran de un abordaje interdisciplinar.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_single_image image=»65281″ border_color=»grey» img_link_target=»_self» img_size=»full» img_link=»https://www.elbalcondemateo.es/?s=Alvarez+y+colas+»][/vc_column][/vc_row]

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