Seguro que a estas alturas, muchas de vosotras ya conocéis a Kike, o como le llaman sus papás: El Príncipe Valiente. Kike es un niño de Albelda que ahora tiene 17 meses y padece una enfermedad degenerativa llamada atrofia muscula espinal, tipo 2. Pero, al margen de su enfermedad, él es un niño como todos los de su edad: ansioso por ver el mundo con unos ojazos que te llegan al corazón.
Hoy por hoy, sus padres, Natalia y Enrique, no conocen ningún otro caso en La Rioja con esta enfermedad. Por ello, les está tocando lidiar una dura batalla para que se establezcan unos protocolos de actuación correctos que, a menudo, sus propios médicos desconocen. Pero la batalla más dura es ante la incertidumbre del qué pasará mañana o dentro de un mes o de un año.
La enfermedad de Kike produce una progresiva degeneración muscular y debilidad, afectando a las moto-neuronas. Afecta al sistema respiratorio y los músculos se van atrofiando. Por tanto, Kike irá perdiendo capacidad para respirar, comer, hablar, andar o moverse… La lucha de sus padres, y la de muchos otros padres españoles con hijos en esta misma situación, es la de encontrar alguna cura o tratamiento para ellos.
Buscando colaboración
Ahora todos nosotros tenemos la oportunidad de ayudar a Kike y a sus padres. ¿Cómo? adquiriendo el cuento Kike, el príncipe de la sonrisa, que el escritor Antonio de Benito ha creado para él. El cuento tiene un precio de 8 euros y la recaudación irá íntegra para sufragar los gastos de Kike: rehabilitación, médicos, natación… unos gastos que son vitales para garantizar el bienestar del pequeño.
En Logroño, el cuento se puede comprar en Santos Ochoa de la calle Sagasta y en Librería Cerezo. También en la cafetería Kursaal (Parque Semillero), en tiendas Natura y en la tienda del abuelo de Kike, una tienda de puertas en la calle Avenida de la Paz, 32 (esquina con Avda. Colón).
Además, también continúa la campaña de recogida de tapones a la que ya se han adherido multitud de colegios, supermercados y empresas de toda La Rioja. Los papás de Kike son los encargados de recogerlos periódicamente con una furgoneta y llevarlos a reciclar. Pero se necesita una tonelada (literal) de tapones para ganar poco mas de 100 euros.