El nacimiento de un pequeño es una noticia maravillosa y no es de extrañar que, los nuevos padres, quieran sentirse preparados ante todo lo que se avecina. En estos casos, lo mejor es no agobiarse, dejarnos guiar por el sentido común y actuar con amor hacia nuestro felino para que comparta la experiencia con nosotros.
No me cansaré nunca de decirlo: la mejor forma de solucionar cualquier posible conflicto es prevenirlo, prepararnos para la nueva situación y anticiparnos a que suceda.
Los gatos son animales extremadamente sensibles a los cambios de todo tipo. Tu minino sabe que algo pasa, incluso antes de que seáis conscientes de que esperáis un bebé. Los cambios hormonales son libros abiertos para ellos y, aunque no sepan exactamente qué sucede, saben que algo diferente se avecina. Cuanto más le dejemos participar en todo el proceso, más fácil será para todos asumir los cambios que están a punto de producirse en la vida de la familia.
Seguramente, antes del embarazo y de la llegada del bebé, el gato cumplía las funciones de «niño» mimado de la casa. Es normal y aceptable. Todo esto os sonará a los que estáis esperando un bebé u os estrenáis como padres primerizos y compartís vuestra vida con uno o varios gatos. Está demostrado que los niños que crecen con animales tienen mejores defensas y desarrollan un sentido de la responsabilidad, de la empatía y de las relaciones gracias a la relación y el vínculo que establecen con el animal.
Al llegar a casa con el recién nacido, deberemos presentárselo a nuestro gato y dejarle que le huela, sin nervios ni prisas.
Cuando llega un bebé a casa, además de preparar la casa para el recién nacido, tenemos que preparar a nuestro gato para este acontecimiento. Siguiendo unos sencillos pasos de sentido común y dejando que el animal participe de todo el proceso, nos aseguraremos de que la relación discurra de forma normal.
- Hasta ahora, todas las atenciones, caricias y juegos eran solo para nuestro gato. A partir de la llegada del bebé, el tiempo ha de repartirse entre ambos.
- Las primeras manifestaciones de nerviosismo gatuno se aprecian durante el embarazo, cuando la pareja muestra su preocupación, no por el animal sino por el bebé que va a nacer. El gato tiene capacidad para percibir los cambios hormonales que se producen en el cuerpo de la mujer embarazada. Dejar que participe y no apartarlo es una garantía de que acepte la llegada del bebé de buen grado.
- Durante la espera hay que dejarle participar de los cambios que se van a producir en la casa. Ropa, muebles, utensilios. Es una forma de que lo vea como algo normal. Es totalmente aconsejable dejarle que se acostumbre a todos los nuevos olores que vienen. Basta con unos cuantos minutos al día mientras hacemos los preparativos. Una recomendación muy útil es permitir que el gato entre en contacto con los muebles y demás objetos nuevos que se adquieran para el cuarto del bebé. Algo muy común, cuando nuestro gato asume una actitud positiva ante los cambios, es que comience a restregarse por los muebles. De esta manera demuestra su agrado y marca el territorio como conocido.
- Si tenemos previsto tener la habitación del recién nacido cerrada, mejor empezar a cerrarla antes de que nazca el bebé para que nuestro gato no relacione la prohibición con el nuevo miembro de la familia.
Los primeros días del bebé en casa son raros para nuestro gato. Mucha gente desconocida que visita al recién nacido. Demasiados olores nuevos, mucho ruido y movimiento. Lo mejor es proveer a nuestro gato de un lugar seguro donde refugiarse de estos momentos estresantes y dejar que sea él mismo el que decida cuando participar de la «fiesta».
Los niños que crecen con animales tienen mejores defensas y desarrollan un sentido de la responsabilidad, de la empatía y de las relaciones.
Ante la llegada del bebé, es indispensable ayudar en lo posible al minino a acostumbrarse a su olor. Deja que huela los muebles, la ropa que el bebé se quita.
Una vez en casa, no alejes al bebé. No encierres al gato en una habitación por miedo a que reaccione negativamente con el recién nacido. Permite que el gato se acerque al niño. Mientras lo observa con curiosidad, acarícialo para que se sienta querido. A veces, veremos que nuestro gato corre a esconderse apenas ve al niño. En esos casos hay que dejar que se refugie en su rincón. Quizás el bebé lo asusta o su llanto lo pone nervioso. Es cuestión de tiempo que se acostumbre.
Cuando el bebé llega a casa es recomendable seguir una serie de pasos para evitar miedos e inseguridades de nuestro gato hacia el pequeño que nos acompaña y que va a formar parte de nuestras vidas:
- Lo primero es presentar al niño a nuestro gato nada más llegar (sin miedo ni nervios, con pausa y cariño).
- Permitiremos a nuestro gato acercarse al bebé bajo nuestra supervisión (quiere olerle y saber quién es, aunque ya lo sabe). Y por supuesto, tiene todo el derecho.
- Le permitiremos oler las manos, la ropa del bebé… Nuestro gato quiere verle y asegurarse de que no pasa nada. Puede llegar a bufar y parecer molesto, pero es muy improbable que pase algo. Es más la inseguridad inicial del primer momento que algo que nos deba preocupar.
- En principio, sólo debería preocuparnos que se siente encima del bebé y, en ese caso, lo retiraremos con todo el cariño.
Los niños a medida que crecen son más impredecibles para nuestro gato que el gato para ellos. Son todo boca, manos y dedos, gritos y movimientos torpes que no controlan la fuerza ni lo que hacen. En esos momentos, nuestra responsabilidad es proteger a nuestro gato del bebé para evitar conflictos:
- Cuando el niño va creciendo, le damos más libertad de acercarse al gato y viceversa (si siente curiosidad dejaremos que se le acerque).
- Con el paso del tiempo, controlaremos la interacción del niño con el gato. A veces, sin querer le puede tirar de las orejas, la cola, los bigotes… y le puede hacer mucho daño (cuando el gato bufa, sólo bufa, pero da otra sensación).
- De forma natural, el gato se adaptará a la nueva vida si no le degradamos a un segundo plano (una nueva vida en casa mal presentada, puede deprimir a un gato o sacarle el mal carácter).
Crecer con animales es beneficioso para los niños y para los propios animales. Las relaciones que se establecen entre ambos, los lazos que se crean… son duraderos y fomentan un vínculo difícilmente comparable a ningún otro a lo largo de su vida.
Rosa Roldán – Perrygatos
Técnico en comportamiento canino y felino. Educadora canina
Imagen: es.paperblog.com