[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Con el paso de los años, la alimentación en general ha ido cambiando y, en cierta forma, evolucionando, pero esto no siempre quiere decir que sea positivo para la alimentación y sobre todo para la de nuestros hijos. Los datos actuales respecto a la obesidad en niños son preocupantes y por tanto es necesario que reflexionemos un poco y cambiemos algunos hábitos en casa para reducir el riesgo en nuestros hijos de padecer obesidad y, más adelante, desarrollar enfermedades crónicas.
Alguna vez habréis oído el dicho: «más mercado y menos supermercado» ¡Pues sí! Es una forma de fomentar una alimentación sana y variada en nuestros hijos ya que les permite elegir las frutas y verduras a su gusto y descubrir nuevas variedades, al mismo tiempo que les enseñamos a que ellos mismos sean conscientes de la importancia de una vida saludable.
Vivimos en una vida tan ajetreada (colegio, actividades extraescolares…) que recurrimos a la comida rápida. Y no solo hablamos de restaurantes fast food, sino del conjunto de alimentos que compramos y tenemos en casa y que por una parte nos “facilitan” la vida, pero por otra ponemos al alcance de nuestros hijos alimentos llenos de grasa y azúcar (pizza, bollería industrial, etc.).
¿Cuántos no recordamos las meriendas que nuestros padres o nuestros abuelos nos daban?: pan con mantequilla, chocolate o embutido, fruta de temporada… Alimentos que ahora han sido reemplazados por donuts, galletas y chucherías. Está claro que prohibir estos alimentos no es siempre la clave para educar, somos los padres los que tenemos que evitar la tentación. En Francia, las escuelas han prohibido las maquinas expendedoras de chucherías para evitar así la tentación.
Comer sin pantallas
Muchos padres utilizamos los aparatos electrónicos para distraerles mientas comen: un pésimo hábito, no solo para la alimentación sino también para las normas básicas de educación. Algo tan sencillo como no levantarse de la mesa mientras se está comiendo ayuda a disminuir el riesgo de obesidad. Importante mencionar la alta relación entre la obesidad y el televisor ya que los niños comen con más ansiedad y de manera compulsiva, sin pensar en lo que están ingiriendo. Y sin olvidar que perdemos una ocasión para preguntarles sobre las actividades del día y charlar tranquilamente sobre nuestras vidas.
Con la llegada de las vacaciones y el verano, se pierden muchos horarios establecidos. Está bien descansar, pero está comprobado que en verano los niños comen más y más desordenadamente por la falta de horarios, concentran la comida en dos tomas, se levantan tarde y no desayunan. A menos horas de sueño, más índices de obesidad y diabetes. Si no se duerme, se altera el apetito, se tiene más hambre o necesidad de hidratos de carbono. Antes jugábamos todo el día en la calle. Ahora muchos niños, incluso antes de los seis años, tienen su propia televisión y su consola de videojuegos en la habitación, lo que no favorece el ejercicio físico, tan importante en la prevención de la obesidad. En resumen: comen más y se mueven menos.
Mi niño no me come… ¿Seguro?
Los problemas en cuanto a la cantidad de alimentos siempre crean debate. Cuántas veces alguna amiga o familiar nos pregunta: “¿Tu hijo come? ¡El mío nada!”. Y es que normalmente hay un desequilibrio entre lo que el niño debe comer y lo que como padres queremos que coma. No tengamos miedo de dar cantidades pequeñas. Nuestros hijos son listos y si tienen hambre ya comerán en la siguiente comida.
Muchas veces por no discutir y evitar empañar el poco tiempo que tenemos para comer, evitamos prohibir ciertos hábitos. Nuestros hijos no están preparados aún para elegir su alimentación y como padres es nuestra responsabilidad ayudarles a decidir. Con esto queremos decir que la clave no está en prohibir, por ejemplo, cenar pizza, sino controlar cuándo se come y no dársela todos los días.
Ojito con las recompensas en comida
“Si no te acabas la verdura, no hay postre”. “Si recoges los juguetes, te compro un helado”. “¡Castigada sin postre!”. Casi todos hemos utilizados estas frases sin darnos cuenta de que con ellas enseñamos a nuestros hijos que la comida no es sólo comida, sino una gratificación (especialmente las golosinas) o un castigo (sobre todo las frutas y verduras). Esto les crea confusión y muchas veces no comen por hambre sino porque ¡cómo van a perderse su premio!
No es tarea fácil, pero vemos que, al final, todo se reduce a cambios en el estilo de vida, no tanto del de los niños sino fundamentalmente del nuestro porque, no lo olvidemos, nosotros somos los responsables de su educación también en la alimentación y el espejo en el que nuestros hijos se miran.
Tatiana B. Mendizábal
Nutricionista – Clínica Nutriestética
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Dr. José Antonio Hernández
Clínica Nutriestética
Desde 1988, el doctor José Antonio Hernández viene prestando, a través de su consulta privada de Logroño, diferentes servicios relacionados con Nutrición y Medicina Estética, estando siempre en contacto con el sector, al día en cuanto a nuevos tratamientos y técnicas y colaborando en diferentes medios de comunicación en espacios relacionados con la Salud.
Este es su currículum profesional:
- Licenciado En Medicina y Cirugía por la Universidad de Zaragoza
- Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
- Magister en Medicina Estética por la SEME
- Master en Medicina Estética por la EEME
- Técnico Especialista en Dietética y Nutrición
- Presidente de la Sociedad Riojana de Medicina Estética
- Acreditación en Medicina Estética y Cosmética por el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de La Rioja
- Miembro de la SEME y de la SEDCA
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