La psicomotricidad, un aliado para ayudar a los niños violentos

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La violencia en niños pequeños es el germen del acoso escolar. Olga Moreno (Minigym) nos enseña cómo la psicomotricidad puede mejorar conductas agresivas y ayudar a los niños violentos.

[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]En este artículo me propongo hablar de un tema muy delicado, pero que preocupa a muchas familias: la violencia en los niños. Frases como: ‘Mi hijo pega‘ o ‘A mi hijo le pegan‘, tal vez sean más escuchadas a edades más tempranas, pero en algunos casos y más adelante a veces se convierte en acoso escolar.

En la mayoría de los casos, el abordaje de estas situaciones se hace desde los centros escolares, implicando acciones puntuales o aplicando códigos disciplinarios más estrictos. Sin entrar a discutir la eficacia de estas acciones, que en cada caso serán valorables de forma distinta, me gustaría aportar una perspectiva más amplia en la que explicar cómo el trabajo psicomotriz individualizado y fuera de contexto escolar, puede mejorar conductas agresivas.

En la mayoría de los casos los niños violentos son inseguros, temerosos, con ausencia de empatía y algún tipo de distorsión cognitiva, lo que les dificulta para comprender o sentir el sufrimiento de otros.

Vamos a elegir la psicomotricidad como técnica reeducativa, con la intención de que, a través de el juego corporal, el niño pueda vivir en reencuentro consigo mismo y con el otro.

El juego corporal nos va a permitir observar la manera en la que el niño resuelve situaciones, sus intenciones conscientes e inconscientes, las acciones corporales, gestos, posturas, actitudes, los mensajes que transmite a través del juego (miedo, dolor, irá…).

La observación en la psicomotricidad permite llegar a comprender el sentido de las manifestaciones agresivas para modificarlas».

Todo esto va a ser posible, ya que dentro del juego los niños actúan y se expresan libremente, ya que fluyen y se dejan llevar por las emociones. Observando el juego, se abre un riquísimo espectro para el análisis del niño, ya que jugando mostrará sus preferencias y resistencias. La dimensión emocional/afectiva se manifiesta sin forzar y de forma espontánea y no consciente, dejando paso a lo que el niño es, vive y siente.

Comprender el sentido de las manifestaciones agresivas, conocer el sentido de sus investimientos simbólicos, es lo que hace que el adulto no imponga, ni acepte pasivamente; si no que la observación se traduzca en acción para la evolución.

Al ser un juego, el adulto no sufre las agresiones del niño, sino que las observa, comprende, acepta y encauza. De este modo, se quiere evitar que las manifestaciones agresivas sean siempre reforzadas como consecuencia de las privaciones impuestas.

La psicomotricidad permite crear los contextos para que la violencia salga de forma controlada».

Al fin y al cabo, la intención del niño agresivo es estar mejor y buscar la comprensión afectiva del otro. Por medio de la agresión el niño nos dice que existe pero “existe mal” y necesita que le ayudemos a ser reconocido.

Por otro lado, al ser un juego, nos va a permitir crear los contextos necesarios tal y como los queremos representar y que así la violencia salga de una forma controlada, a la vez que creamos los espacios que el niño necesita para su integración personal.

El niño agresivo busca la compresión afectiva del otro, pero necesita que se le ayude a hacerlo correctamente».

A través del juego podemos favorecer su desarrollo de forma positiva y podremos intervenir para modificar ciertas conductas, al ir transformando las reglas del juego según la necesidad de lo observado.

Algunas formas de manifestaciones agresivas (o llamadas de atención violentas) son las siguientes:

  • Hiperocupación significativa del mundo exterior: su movilización tónico-emocional es excesiva y exacerbada.
  • Inhibición: sentimos su movilización tónico-emocional pero está bloqueada su exteriorización.

Habitualmente, las manifestaciones agresivas excluyen todo indicio de socialización. Esta expresión es la permanencia en un comportamiento agresivo, ignorando la especificidad de los espacios, el sentido de la utilización de los objetos, materiales y palabras.

La psicomotricidad debe ayudar a lograr la evolución de la agresión del niño hacia modos de ocupación simbólica aceptables y positivos a nivel social. Es decir, debe poseer los medios para hacer existir la agresividad a nivel simbólico y debe poseer los medios para cambiarle su naturaleza.

Olga Moreno
Minigym

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Imagen: Flickr

Artículo Patrocinado.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Olga Minigym

Olga Moreno 
Minigym

  • Diplomada en Educación Social.
  • Técnico Profesional en Psicomotricidad
  • Técnico profesional en Atención y Estimulación temprana.
  • Actualmente, cursa el máster oficial en Psicomotricidad.

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