Empieza el otoño y retomamos todo aquello que habíamos dejado aparcado durante las vacaciones y el buen tiempo. Volvemos a las clases, al trabajo y a las actividades habituales. Al igual que nosotros, nuestro perro retoma, a su manera, cierta rutina.
Nuestros horarios laborales marcan los ritmos de actividad de los animales de casa, que se levantan con nosotros (o incluso antes), se desconectan cuando no estamos en casa y retoman la actividad en cuanto regresamos. No es raro que estén esperando nuestra llegada para reclamar mimos, atención o chuches.
Una forma de enriquecer sus rutinas es hacerles participar de las actividades de la familia en la medida de lo posible. Cuando vayamos al cole, podemos llevarnos con nosotros al perro. Es una forma estupenda de que cambie de aires y de que conozca otros espacios y personas, de forma que se acostumbre a niños de todas las edades.
Si no podemos llevarlo a la entrada de las clases, siempre podemos aprovechar a hacerlo a la hora de la salida, de forma que la vuelta a casa, se convierta en un paseo diferente en compañía de los peques.
Jugando con ellos
Los niños pueden jugar de forma divertida con los perros. Podemos educar y entretener a la vez, ya que ambos aprenden practicando. En vez del consabido “no hagas eso”, vamos a ser proactivos y a buscar juegos seguros para los dos.
Juego de busca
Los perros están acostumbrados a buscar el alimento. De hecho, trabajar para conseguirlo es una buena terapia ocupacional para el perro. Los niños de casa, pueden hacerse cargo de esa sencilla tarea, escondiendo la ración de pienso en rincones de la cocina o incluso rellenando los juguetes dispensadores de comida (tipo Kong) para fomentar que el perro “cace” su alimento. Seguro que ambos pasan un rato divertido.
Traer cosas
Este juego es para los perros que adoran traer cosas. Muchos jugamos con nuestros perros así, pero no somos conscientes del potencial que tiene esta conducta y de la cantidad de objetos que podemos enseñar a portar a nuestro perro.
Para este juego han de participar un adulto, el niño y el perro y se deben colocar todos al fondo del pasillo de la casa (mejor si es largo). El niño arrojará una pelota o juguete al otro lado del pasillo. (Si la pelota tiene cuerda para transportar, no rebotará tanto y el juego será más seguro para los adornos de la casa y evitará que el animal resbale por el pasillo a la caza de la pelota saltarina). Mientras tanto, el perro estará a cargo del adulto que lo ayudará a estar tranquilo. A la voz del niño, el perro puede ir a buscar el juguete y devolverlo.
Este ejercicio es una buena forma de introducir y practicar la señal de “quieto” con el perro, además de enseñar a discriminar palabras como “pelota”, “nudo”, “juguete”. No os imagináis la cantidad de palabras que es capaz de diferenciar un perro hasta que no nos ponemos a la tarea en serio.
El simple hecho de compartir tiempo junto a vosotros, cubre en gran medida las necesidades de nuestro perro. Ejercicio y alimentación equilibrada, completan el círculo. Disfruta de cada momento a su lado.
No debemos perder de vista que, nuestros animales de casa, influirán en cómo los niños verán en un futuro a los animales en general. La forma en que nuestro peludo ve a los niños en general, depende en gran medida del comportamiento del niño.
Además, los niños de hoy serán los adultos de mañana y, en la medida que ellos crezcan en el respeto a los animales, se producirán los necesarios y esperados cambios tanto legislativos como comportamentales hacia ellos.
Rosa Roldán – Perrygatos Técnico en comportamiento canino y felino. Educadora canina
