Ana Alegría, vecina de Matute, preocupada ante la masiva e incontrolada afluencia de visitantes a la Senda del Salto del Agua cada fin de semana, nos hace llegar este llamamiento. Como ella dice, el problema viene de tiempo atrás, pero se ha acrecentado a partir de la Semana Santa.
En El Balcón de Mateo recogemos el guante que nos lanza y nos ponemos las pilas. Para ello, en colaboración con Madreselva, estamos elaborando un «decálogo de buenas prácticas senderistas para familias» que muy pronto estará finalizado y listo para ser compartido.
Este es su escrito:
«La senda es un ecosistema muy frágil. Tiene una anchura de escasos 50 cm en algunos puntos. Los laterales están habitados por flora y fauna local; no es un parque al que se le mantiene con trabajadores a sueldo. Algunas especies, como las orquídeas, hepática, fritilaria… están presentes con muy pocos ejemplares. Siendo una zona húmeda, las rocas y rincones están cubiertos de musgo. Y alguna especie de helechos es escasa y se ubica en zonas muy específicas.
La experiencia que he podido reunir de los paseos familiares que vienen sucediéndose cada vez con más frecuencia, es que las personas no son conscientes de la fragilidad del lugar. Acuden como si de un campo abierto se tratara, para liberar la presión de la vida urbana. No saben que de sus actos se derivan daños, a veces irreversibles. En definitiva, falta formación ambiental, educación vial en paseos de naturaleza.
Por eso creo que la página de El Balcón de Mateo es una ventana extraordinaria para difundir los valores que han de observarse y respetarse en los paseos que se recomiendan: Decálogo de buenas prácticas senderistas.
Este paseo en concreto, de corto trayecto y fácil para niños, es apto para establecer visitas guiadas por Educadores ambientales que amplíen la formación y trasladen a los niños y padres esos valores que, al crecer, harán adultos conocedores de la vida natural y respetuosos con los entornos que visiten. No basta con dar suelta a los niños para que utilicen estos lugares como parque de juegos; al juego hay que darle contenido o de otra forma solo causará destrozos por desconocimiento y falta de información.
Sobre esta Senda he trasladado ya a las Autoridades competentes en su gestión algunas observaciones sobre el daño ya causado. Adjunto un documento con las fotos que seleccioné para mostrar estos daños y poner en evidencia los comportamientos inadecuados de algunos.
Esas imágenes de antes ya no se pueden observar en el paseo. Y es precisamente lo que la gente espera encontrar. Pero ya han pasado demasiados y algunos puntos están arrasados literalmente.
Proponía a la DG de Biodiversidad que cierren cautelarmente la Senda en esta época de regeneración y, mientras, que se revisara el plan de gestión con establecimiento de un cupo de personas/día máximo. Que se diseñe la senda en trayecto circular en la medida que una parte importante de la senda lo permite (el final del salto del arroyo, lamentablemente, es de ida y vuelta). Que habiliten zonas de descanso para almuerzos fuera de la senda (siendo tan corta no tiene sentido habilitarlos en ella)… en fin. Una serie de medidas que están estudiando creo. Pero ellos no van a poder alcanzar el objetivo de hacer que los comportamientos sintonicen con el medio y la gente respete lo que allí habita.
Si vamos a un Museo todos los padres saben que han de indicar a los hijos que no toquen cuadros y esculturas. Hay vigilantes que velan para que esto no ocurra.
Esos mismos padres han de indicar a sus hijos que no arranquen flores, que no pisen los musgos de las piedras trepando por ellas, que no se metan al río, que no arranquen palos (los palos son necesarios también en las orillas de los ríos para no quedar desnudos ante las crecidas). Hacer ese Decálogo que acompañe a las recomendaciones de paseos ayudará a que poco a poco seamos más conscientes de lo que hacemos cuando vamos a pasear en familia. Los padres podrán dar instrucciones a los hijos».
Ana Alegria (residente en Matute)