Hace tiempo que lo vi en el blog de Sarai Llamas y me quedé un buen rato estudiando esta imagen. ¿Qué tenemos las madres en la cabeza? Para empezar, muchos compartimentos. Al hecho de ser mujeres, que ya te divide la masa cerebral en unos cuantos, le sumas el de ser madre y ya te lo desbarajusta por completo.
Destaca, sobre todo, esa capacidad para no hacer ascos a lo que antes te revolvía las entrañas: en mi caso, las galletas reblandecidas que caen al fondo del vaso de leche. Pues ahora como si tal cosa, oye. Que se te cae la galleta a la mesa porque llevas un minuto con ella en la mano. Tranquilo, que ya va tu madre y se la come, no vaya a ser que la empieces a restregar por toda la mesa. Que se te mete un poco de caca en la uña… no pasa nada, primero terminamos de cambiar el pañal y ya, «si eso», nos pasamos una toallita.
En fin… Ya me dijeron que la maternidad te cambiaba por completo, lo que no me dijeron es que te obliga a comer galletas reblandecidas y llevar uñas con caca…