Tú, yo y ese (bendito) silencio: el divorcio emocional

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La psicóloga y mediadora familiar Patricia Álvarez explica qué ocurre cuando el silencio se instala en la pareja inundando todo aquello que no sea casa o niños. Llegados a este punto, ¿se puede recuperar la relación?

[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Por: psicóloga Patricia Álvarez.
Despacho Álvarez & Colás 

De camino a casa, Eva miró a su pareja y encontró en ese silencio mutuo que ya no tenían nada que decirse. No era la primera vez que tenía esa sensación. Se recordaba hace no mucho buscando temas de conversación que llenaran el insoportable vacío entre ambos, y se veía ahora buscando el cómodo silencio que acabara con los forzados diálogos, ese silencio que le decía a gritos que hacía tiempo que esto se había acabado. Entonces, se preguntó ¿qué nos ha pasado?

La ilusión y la pasión del inicio de una relación de pareja suele dar paso a un amor maduro más sereno, más compañero, que si no se cuida, con el transcurso del tiempo puede enfriarse hasta instalarse en un estado permanente de congelación, donde todo se ha vuelto rutina y los silencios inundan todo aquello que no sea organización doméstica, cuestiones de los niños, o previsibles conversaciones sobre lo cotidiano.

[quote color=»#000000″ arrow=»yes» align=»right»]Las razones del divorcio emocional son muy variadas: ‘Me alejo para no pelear’, ‘Me alejo porque busco nuevas experiencias’, ‘Porque me aburro contigo’… [/quote]

Este distanciamiento emocional no aparece de un día para otro, ni lo marca un hecho concreto que haya deteriorado la relación. La degradación de la calidez emocional y la incomunicación son progresivas y provocan que la persona comience a desconectarse emocionalmente de su pareja mientras todavía se encuentra en la relación.

La causa debe buscarse en el deterioro de las claves de la comunicación interna entre los miembros de la pareja. Aquí cada historia de pareja es diferente y pueden combinarse todo tipo de escenarios: en algunas ocasiones el alejamiento se da debido a los múltiples conflictos “me alejo para no pelear”, otras veces es consecuencia de la decepción en las expectativas recíprocas “me alejo porque no eres lo que necesito”, otras porque se ha dedicado demasiado tiempo a otras actividades personales fuera de la pareja, como el deporte, las amistades, jugar con el móvil… “me alejo porque no me haces falta”, y otras porque la monotonía ha hecho mella en la relación “me alejo porque busco nuevas experiencias”.

Cuando Eva echaba la vista atrás podía encontrar mil explicaciones vagas: el trabajo de ambos les quitaba tiempo para estar juntos, el tiempo que tenían juntos estaban cansados para hacer nada, era más cómodo salir con sus amistades a un plan ya hecho que buscar nuevas cosas que hacer en pareja, siendo los niños pequeños no tenían con quien dejarlos y ahora de mayores tampoco buscaban otros planes,… Ninguna de estas cosas era lo suficientemente fuerte como para justificar un distanciamiento emocional pero todas juntas suponían una pesada carga que lo hacían entendible.

Muchas veces entramos en una zona de confort y damos por hecho que el amor que tenemos va a durar siempre, descuidándolo y haciendo que poco a poco se vaya marchitando; no advertimos todas esas cosas que hace nuestra pareja que nos demuestran que se va alejando de la relación, o peor aún, no reparamos en que nuestro propio interés en la relación se va apagando hasta que ya es tarde.

En este estado de hibernación crónico, la pareja se quiere, pero sólo como compañeros, la pareja se desea, pero sin la pasión necesaria, y la pareja está a gusto juntos, pero sólo como compañía. En definitiva, la pareja sigue junta pero sin estar como pareja y esta apatía conyugal los va separando paulatinamente.

[quote color=»#000000″ arrow=»yes» align=»right»]Esta cómoda inercia tenía momentos que la ahogaban. No era feliz. Pero, si se separaba, ¿que pasaría con sus hijos?[/quote]

Eva sabía que su vida al lado de Juan resultaba muy fácil. Tenían un trabajo estable, una situación económica desahogada, unos hijos que comenzaban a volar solos sin grandes complicaciones, y una rutina ya asentada con las familias de cada uno y sus amistades. Podría estar así toda su vida, sin embargo, no era eso lo que quería para sí misma. Esta cómoda inercia tenía momentos en los que la ahogaba. No era feliz. Pero, si se separaba, ¿qué pasaría con Juan? ¿Y con sus hijos? ¿Qué pensarían los demás?

El divorcio emocional puede causar sentimientos de culpa en la persona que lo sufre porque considera que no tiene motivos para quejarse: tiene ya una vida cómoda y resuelta, y no hay un motivo lo suficientemente grave como para provocar una ruptura de la relación. Además, las consecuencias de una separación resultarían nefastas, sobre todo para los hijos, y su decisión sería cuestionada por familia y amistades.

Sin embargo, día a día pequeños granos de falta de tiempo, apatía, rutina… suponen la formación de todo un desierto afectivo capaz de barrer cualquier brote de ilusión y emoción en la pareja, y las consecuencias de esto para cualquiera son trágicas: un divorcio emocional crónico en la pareja que afecta a nuestro bienestar personal y unos hijos que viven inmersos en la frialdad emocional y la indiferencia entre sus padres y a los que les transmitimos un modelo de relación de pareja escasamente deseable para cualquiera.

¿Tiene solución? 

Para parar este distanciamiento debemos plantearnos primero con honestidad y sinceridad si deseamos continuar con el compromiso de estar juntos que adquirimos al principio de la relación de pareja y para qué queremos continuarlo, o ya es demasiado tarde y existe el cariño de los años vividos en común, pero el sentimiento amoroso se ha terminado.

Después, habrá de tenerse en cuenta que ambos quieran caminar en la misma dirección para que puedan volver a sincronizar su relación, si no será muy difícil hacerlo si ambos no están dispuestos a trabajar unidos y si ambos tienen visiones diferentes sobre las cosas importantes de la relación y la vida.

Así, podrán ponerse en marcha los mecanismos de prevención adecuados que consigan mantener una buena comunicación y reconstruir la intimidad emocional: dedicar más tiempo y de calidad a la pareja, mantener un vocabulario cariñoso y respetuoso hacia ella, restablecer un diálogo, encontrar momentos especiales que rompan la rutina, sorprender a nuestra pareja, además de restaurar la intimidad sexual, todo ello es la clave para restablecer el vínculo emocional que se ha marchitado, sentirnos queridos y crecer junto a la persona que amamos.

Patricia Álvarez
Psicóloga Despacho Álvarez & Colás [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Patricia Álvarez
Psicóloga Despacho Álvarez & Colás 

Patricia Álvarez García, es psicóloga,  mediadora y cotitular del despacho de ÁLVAREZ & COLÁS (Hermanos Moroy -Pasaje de los leones-, 8. 3º E), un despacho especializado en materia de pareja y familia, que presta asistencia psicológica y/o legal en problemas de pareja, conflictos personales o familiares, y procesos de ruptura, separación y divorcio, siendo un referente en La Rioja en el ejercicio conjunto de la Psicología y la Abogacía para aquellos casos que requieran de un abordaje interdisciplinar.

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