Nuestro colaborador, el doctor Eduardo Bujanda, de la Clínica Dental Bujanda, quiere desear a los lectores de El Balcón de Mateo una Feliz Navidad. Y, para eso, nada mejor que un cuento sobre la importancia de cuidarse los dientes en estas fechas tan ‘dulces’:
¡Llegan los días de Navidad! Genial, unos días sin colegio. Sin ir a clase, con mis amigos y mis primos, en la calle. Jugando a la consola, visitando las atracciones de las calles de mi ciudad, comiendo con la familia en la mesa grande de casa. Esperando los regalos de los Reyes Magos. ¡Qué divertida es la Navidad!
Hoy he ido al supermercado con mis padres. Estaba todo muy bonito. Nada más entrar, había una fila enoooooorme de bombones, chucherías, pasteles, galletas y turrón del que más me gusta. Hemos cargado el carro hasta arriba, no cabía ni una cosa más.
En casa, hemos ordenado todo antes de irme a la cama, y le he pedido a mi mamá tomarme un poco de ese turrón que me tanto me gusta. ¡Qué rico! Me tengo que ir a la cama, pero qué pereza me da cepillarme los dientes ahora, con el sueño que tengo.
Sin querer, me quedé dormido.
A media noche me desperté sobresaltado. Había tenido un sueño horrible. Soñé que tres espíritus me visitaban durante la noche.
El primero era el espíritu del pasado. Era blanco, brillante, perfecto. Estaba limpio, Me dio las gracias por haberle cuidado tanto para estar tan sano y cuidado.
El segundo me dio más miedo. Este espíritu del presente no era tan bonito. Tenía cosas pegajosas encima que le quitaban el brillo. Cosas de colores, sabrosas, pero me dijo que no eran buenas para mí si no se las quitaba de encima con la ayuda de un cepillo mágico.
Cuando se marchó el segundo, de repente apareció el tercero. Y ese sí que daba miedo. Un espíritu con la ropa llena de agujeros. Estaba encorvado, sucio, con esas cosas pegajosas encima, Y con cara de no estar pasando muy buenos días de Navidad porque le dolía al andar. Me dijo que a él se le había olvidado pasar el cepillo mágico, y que por eso iba de camino a la clínica de los espíritus, para que el doctor le curase.
Qué susto y sobresalto tuve con ese espíritu tan feo. Me hizo despertar del sueño.
Entendí que esos espíritus eran mis dientes. Había soñado con ellos. Era una señal. Me había dormido perezoso sin limpiarlos, y corriendo fui al baño a cepillarlos. No quería verlos como en el sueño, llenos de agujeros por mi culpa. ¡Qué horror!
Esta Navidad y el año que viene, voy a cuidarme mucho mis dientes, comiendo pocas chucherías, y cepillando los dientes con mi cepillo mágico.
¡Feliz Navidad a todos!
Clínica Dental Dr. Eduardo Bujanda
