Encierro en casa (día 1): compra online, La Oca y un idioma nuevo

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¿Por qué yo, María, a título totalmente personal, me he animado a escribir este cuaderno de bitácora? Quienes me conocen, saben bien que nunca me ha gustado airear mi vida personal, pero lo que estamos viviendo se sale de cualquier normalidad conocida, y si desde El Balcón de Mateo podemos ayudar a concienciar sobre la trascendencia de quedarse en casa en esta fase de contención reforzada del coronavirus, algo habremos hecho. Yo, al menos, duermo más tranquila #yoelijoserresponsable.

Miércoles 11 de marzo. Comienza el encierro. ¿Es imposible encerrarse en casa con dos niños de 8 y 4 años durante 15 días? Yo creo que no. Aunque reconozco que lo tengo más o menos fácil: a mi me gusta estar en casa y a mis hijos, también. Sea como no sea, no queda otra. Quedarse en casa no es una opción, es obligatorio.

Tras mucho reflexionar sobre «abuelos sí, abuelos no», hemos decidido que no. Por la tarde trasladamos definitivamente «la oficina» de El Balcón de Mateo al salón de casa y empezamos nuestro encierro familiar de 15 días. Con sus luces y sus sombras, el balance del primer día ha sido… interesante.

No soy jugona, pero después de tres meses sin jugar a los típicos juegos de mesa, hemos sacado La Oca y nos hemos reímos un montón. También hicimos cosas tan nuevas y tan «tontas» como la compra de comida por Internet todos juntos, proyectando la pantalla del ordenador en la tele para verlo bien grande y que todos pudieran participar en la decisión de compra. Por cierto, hasta el viernes por la tarde no nos la entregan.

Y, lo mejor, hemos empezado a planificar ideas para estos 15 días metidos en casa: además de las típicas manualidades, recetas… han salido cosas tan chulas como ¡inventar un idioma nuevo! También hemos pensado en comenzar otra lista con todas las cosas que haremos tras el encierro. Esta, sinceramente, me atrae más.

¿Que si hemos salido de casa? La respuesta es sí. Pero siguiendo todas y cada una de las recomendaciones de las Autoridades Sanitarias. Por fortuna, nuestro barrio (Portillejo-Valdegastea) está llenito de caminos y senderos por los que pasear sin encontrarte ni un alma. Como mucho, algún jabalí o zorro despistado. Aprovecho para recordar que, por favor, nada de ir a parques donde haya más niños; nada de ir a los columpios, nada de pasar a jugar a casa de la vecina, ni con las otras niñas de la urbanización, ni visitar a los abuelos «un ratito»... Nada de contacto salvo el estrictamente necesario.

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Balance Día 1. Para nada voy a decir que esto del encierro sea guay, ni mucho menos, pero he de reconocer que me está haciendo pensar mucho acerca de mis prioridades.

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