¿Es posible trabajar y seguir con la lactancia? Tres experiencias en La Rioja

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Tres madres riojanas nos cuentan cómo vivieron la reincorporación al trabajo en periodo de lactancia: sus miedos, sus necesidades, sus apoyos...

Espacio, tiempo y apoyo. Es lo que necesita cualquier madre que se reincorpore al trabajo y quiera seguir amamantando a su bebé. Así lo dice WABA (World Alliance for Breastfeeding Action), la entidad internacional que defiende la lactancia materna, y que eligió la semana 41 del año (en la que estamos) para concentrar sus reivindicaciones a nivel europeo, ya que coincide con los días en que nacerán los primeros niños engendrados este año.

Porque somos mamíferos, y lo sabemos, pero entre saber y comprender hay un largo camino todavía por recorrer. En La Rioja, la voz que nos recuerda nuestra naturaleza es la de Al Halda, un grupo de apoyo formado por madres, padres, asesoras de lactancia y profesionales sanitarios interesados en fomentar la lactancia materna (si quieres conocer sus actividades o contactar, puedes hacerlo en www.alhalda.com). Ellas nos han contado, desde su propia experiencia, qué significa el lema de este año de la Semana Europea de la Lactancia Materna ,’Amamantar y trabajar: ¡logremos que sea posible!’.

Cristina nos ha destacado la importancia de contar con un espacio adecuado en el trabajo para dar de mamar durante las pausas en el trabajo. En su caso, define la sala como “un lugar inhóspito, el descansillo frío y feo de una escalera enorme y con una silla por todo mobiliario”. Aun así, lo recuerda como el escenario de “momentos preciosos” durante el año y medio que dio de mamar allí a Pablo. La destemplaban más algunos comentarios sobre su decisión de prolongar la lactancia y alguna que otra mirada de incomprensión.

Diana, por su parte, nos ha contado lo crucial que fue para ella disponer de tiempo para dar de mamar a Millán. “Sé que muchas madres vuelven a trabajar a las dieciséis semanas y consiguen, como lobas, sacar adelante su lactancia. Pero yo sentí que no quería hacerlo”, recuerda, explicando por qué decidió pedir una excedencia. “Millán mamaba muchas veces, el sacaleches me parecía un horror, no me veía en mi puesto de trabajo usándolo, tampoco pudiendo parar para que alguien me lo llevara… uff, no, no lo veía”. Al cumplir el año llegó la separación. “Fue dura”, señala, pero “volví con reducción de jornada, así que la tarde la teníamos libre para tetear a demanda”. Y por las noches “me salvó el colecho, teta fuera y a seguir durmiendo”. Aunque había días que notaba la falta de sueño, el esfuerzo ha merecido la pena, ya que hoy “Millán es un niño sanísimo que nunca me ha obligado a salir antes del trabajo, o entrar después, por estar malo, por lo que estoy convencida de que nuestra lactancia nos ha beneficiado a nosotros, a la empresa y a la sociedad”.

De la importancia del apoyo del entorno familiar y laboral nos ha hablado Taty. Trabaja con un equipo médico domiciliario, por lo que al reincorporarse a su puesto no disponía de un espacio fijo en el que dar el pecho a Miguel, que entonces tenía 5 meses. Gracias al apoyo de sus compañeros y de su pareja, consiguió seguir dándole de mamar cada mañana a la hora del almuerzo. “Un ratito antes de parar a almorzar, avisaba a Carlos de en qué bar íbamos a parar, y me lo traía. Mientras yo almorzaba, Miguel comía”, relata. “Dejé el congelador lleno de leche, pero jamás quiso ni una gota. Esperaba a que llegara a casa y el resto de la tarde éramos un niño pegado a una teta”, ríe Tati. Cree que nunca lo hubiera conseguido sin contar con un entorno comprensivo, tanto personal como laboral: “mi equipo jamás puso ninguna pega, ellos siempre me apoyaron”.

Fotografía superior: flickr

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