Carta de una mamá para su guardería

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Una mamá nos envía esta preciosa carta. En ella, da las gracias a quienes han cuidado de su hijo durante 2 años.

Una mamá, Paz Galán, se ha puesto en contacto con nosotros porque quiere dar las gracias públicamente a las profesionales que han cuidado de su hijo durante sus años de guardería.

Y desea extender este agradecimiento a todas las personas que trabajan en los centros de educación infantil.

 

Dedicado a quienes ayudáis a que el «oficio» de mamá resulte más sencillo:

«Termina agosto y con él la canción del verano, las vacaciones, las tardes de piscina, las sobremesas alargadas, los juegos en el parque sin reloj, las visitas sorpresa a los abuelos, pero sobre todo lo que dejamos atrás (no sin pena), son los casi dos años de guardería de mi pequeño. Un tiempo que puede parecer “un ratico” que diría Compay Segundo, pero que exige para las cuidadoras (yo diría cuasi-madres) una dosis de esfuerzo, dedicación, entrega, trabajo, ilusión, ánimo y una retahíla más que se escapa de este párrafo, y que viene regado a diario con una sonrisa amable y un corazón rojo intenso.

Hoy día, en el que la palabra conciliar resulta difícil de pronunciar cuanto menos de alcanzar, la guardería se convirtió desde el inicio en mi soporte vital, aunque no puedo ni quiero negar esa especie de catársis experimentada a lo largo de estos meses, fruto de unos miedos e inseguridades innatos a la condición de madre y sobre todo a la culpabilidad sentida cada mañana al dejar al pequeño en su particular refugio y que yo vivía como un abandono.

Después de este tiempo y desde la cercanía, he podido comprobar que ningún miedo inicial tenía razón de ser, que las inseguridades iban desapareciendo y hasta me he acostumbrado al beso de despedida soñando y viviendo el abrazo que me esperaba al llegar a buscarlo.

Estos son los mejores sabores que me quedan en el paladar, pero para él, para mi pequeño, este “ratico” ha supuesto encontrar a Daniel, a Simón, a Adriana, a Luisa, a Martina, a Bruno, a Lucas, a Martín, a Marcos y a muchos otros, algunos de los cuales seguirá viendo en el colegio, y al resto no los
olvidará nunca; allí se ha encontrado también con las luces que arrastran los juegos y las canciones; con las sombras que esconde cada cuento que ha aprendido; con el arco iris de sensaciones de cada dibujo; porque para él todo ha sido un festival de colores que incorporar a su mochila, esa que irá creciendo al ritmo de su estatura.

Por todo esto, no quiero dejar de dar las GRACIAS con mayúsculas y en mil lenguas si fuera preciso, a Eva, a Sara, a Esther y a Elena, sus maestras de guardería, sus princesas de carne y hueso. GRACIAS y mil gracias por cada beso y abrazo que le habéis dado, GRACIAS por cada cucharada que le ha alimentado; GRACIAS por las sonrisas que le habéis regalado; GRACIAS por cada pañal que le habéis cambiado; GRACIAS por cada cuento que le habéis leído; GRACIAS por cada canción que le ha enamorado; GRACIAS por los colores y la magia que le ha encandilado…por eso y por todo…gracias.

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Es el momento de dejar atrás la etapa de guardería y empezar a escribir un nuevo episodio, sabiendo que la paleta de colores de su libro, empezará a teñirse de grises y a saber que en su vida ha habido y siempre habrá: UNA DE PIN Y OTRA DE PON…..

 

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